Evitan la oxidación y la corrosión de las superficies metálicas y alargan la vida útil de cazos, moldes, herramientas y maquinaria.
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Lubrican piezas, zonas del molde y la maquinaria para un fácil mantenimiento. También mejoran la capacidad de lubricación de los productos dónde se incorporan.
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Facilitan el flujo del metal fundido (protectores de cazos y canales) y la evacuación del agua residual y secado de piezas (productos de temple).
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Ayudan a eliminar la espuma, los hongos y los microorganismos presentes en tanques y circuitos. También facilitan el desengrase de superficies.
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Recuperan las propiedades iniciales de productos en uso con un cierto desgaste, para estabilizarlos, mejorar su rendimiento y alargar su vida útil.
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